CaribeAndo

miércoles, 21 de marzo de 2007

edilberto GONZÁLEZ TREJOS

"Ruge la mar embravecida
rompe la ola desde el horizonte ...
brilla el verde azul del Mar Caribe.
"TIBURÓN - RUBÉN BLADES

Mi pluma se yergue y saluda al Gran Caribe, Aquel que, como dijo alguna vez J.J. ARMAS MARCELO, se extiende desde el Delta del Mississippi hasta el Delta del Amazonas, plétoro del reflejo del sol en arenas de albura extrema, brisa fresca a ratos salvaje, calor picoso, llanos, cañaverales y una que otra Sierra tímida e introvertida.

Allí donde las "caras lindas de mi gente negra" beben ron, cortan caña, tocan tambor, menean las caderas. Un crisol de razas, precolombinos, europeos, africanos, asiáticos y todo lo que existe en el medio.

Tierras entre aguas, ínsulas, penínsulas e interínsulas, bañadas de carnavales, salpicadas de sangre y sudor, permeadas de alegría y grito, entre el hambre y el sueño no cumplido, evoco estos versos desde Panamá, de hablar rápido, oxigenado y cadencioso.


I. V a c í o ...
Incluso cuando no estoy solo
hay un vacío inescrutable,
se resiste ante todo
intento,
me siento
como un pozo seco,
inexplicable.
Mas en mi soledad
llamada así sólo
por ponerle un nombre,
mi mente
se desvanece en vacuidad
y se disipa mi llama,
al apagarla
este gas que consume mis
escamas.

II. P a i s a j e s
Llanos ardientes que queman tus pies,
cañaveral picoso que corta tu interior.
Harinos dispersos
cuidan al arroyo que sólo es ribera – en tranque –
Cielo despejado sobre polvo antojadizo.
Aguaje...de hermanos sedientos, mueven los pies,
demencial y exitoso culeco, "lo mejor",
amigos inquietos,
destilan el empeño de inundar la carretera – en sangre –
Pelos plegadizos del sexo ulcerado.

III. N o c h e
Es poco lo que te queda,
proseguir al acecho con la presa
que pusiste en la mira
de día.
Dormir, exhausto, embrutecido
por estupefacientes y licor.
Bailar con tu sombra en la pared,
abrir los pliegues del calamar en sazón
y exprimir los jugos.


IV. B o s q u e
Es poco lo que nos queda,
seguir destruyendo la maltrecha naturaleza,
que así nos mira
entre clemencia e ira.
Morir, nefasto es el sino
que nos estamos haciendo con vigor.
Despreciar esas sombras de madera
bajo flores que se abren púrpura y marrón
y exprimen sus jugos.

IV. P r e c i p i t a c i ó n
La lluvia cae intempestiva
mil metros separan las orillas,
carreteras de cemento y Puentes "Bailey",
miradores para apreciar la festiva
vista y la tranquilidad que nos maravilla,
el perfecto balance de la naturaleza y
su ley.
Mas yo, entre viejos libros, oficinas
faxes y procesadoras de datos,
aire acondicionado,
me petrifico y me muero por el dinero
para poder disfrutar de lo que me fascina
y de este juego demencial no escapo,
todo está condicionado
a usar al Sistema para conseguir aquello
que quiero.


V. S u e ñ o
Me alimento del exterior,
busco afuera lo mejor
y quién sabe si entre abstracciones
llegue yo a las primordiales conclusiones
en ésa, mi Lucha Interna,
para sobrevivir en esta "Vida Moderna".


Original de Febrero de 1992, editado en marzo de 2005

sonia MARCUS GAIA

Créame, en el Caribe, la fiesta se enciende y explota. La música ondeará toda la noche como una burundanga existencial y suicida. Los cuerpos sudorosos recrearán una exótica tarjeta postal y bailarán embadurnados de merengue. Y es que aquí el movimiento campea con las más altas técnicas del boxing. En la radio se escucha "la noche es para un largo viaje y hay que llegar". Y yo muevo el rabo y la maraquita. El Caribe que sonaba según dijo Nicolás Guillén, y que menciona Luis Rafael Sánchez, nos recuerda más al éter oscilante de silicón de Iris Chacón que a la sonata impoluta de los campos mambíes y las estrellas. Desorden público que late que late cada día porque al Caribe siempre le han retumbado los golpes. También le retumba el viento, y el mar, y el tránsito, y la vida. Debe ser porque aquí todo se multiplica, irradia fecundidad en su luz, bellaquería en sus colores, taciturnidad en sus ciegos espermatozoides. Debe ser porque su fertilización se encuentra alta en calorías de piel y manteca, de granos, sal y melaza. Casi lo mismo que decir en carne, sangre, aullido e inmediatez. Aquí el movimiento, sépase, coarta el soplo de oxígeno necesario, para volverlo instantáneo y efímero; porque así se escupe la violencia de su esencia y como un niño, con el arrullo marino, terminará la fiesta y regresará al regazo amado, en silencio, a descansar. O a matar.


c o s t u m b r e s
ulises sigue navegando por los mares pacíficos. penélope lo espera, se despereza, se desespera y entra al metro. el rodillo anda sin hilo y la noche vale eterna. entonces, después de una larga noche desvelada, regresa a la casa de mañana. él, como casi siempre cuando regresa, la espera, se despereza, se desespera y entra también al tren.ella comenta a una amiga, frente a la rueca, cuando ya ulises vuelve al mar: "digamos, tan sólo, que somos un par de adorables animales de costumbres".


p e n é l o p e h a r e g r e s a d o
penélope llega. ancla sus largas pestañas de mármol sobre la mirada negra de un bailarín ruso y reclama: ¿y a mí, quién me ha esperado? es por eso que el océano perennemente cuelga solidario.


s o b r e p e s o
pienso que habita un hueco tan gigante casi de la misma densidad de la capa de ozono en mi complexión. subsiste allí desde la era mesozoica, fosilizado de los sinsabores del género humano. las dimensiones son inconmensurables (o inmediables) porque cada día se expanden a 100 kilómetros por hora. si sigo así tendré que usar tallas triple extra grande por el resto de mi vida, o peor aún, competir con la gorda más rolliza del circo más famoso del mundo. competirán nuestros propios pesos vivenciales, pero ya que el aire no tiene peso, perderé la suerte junto a la lotería, lo mismo que todos los viernes. y como se puede estar peor cuando todo empeora, me supongo que me sentiré conectada con el pejesapo que chochea alegremente en el estanque del jardín, quizás volaré entre las olas con un deforme y bello pez globo todo lleno de espinillas juveniles o, para colmo, a lo mejor serpentee sin control en las suaves profundidades del caribe convertida en un chapín de lo más gracioso. da igual. perpetuamente me ha gustado el mar. es el único lugar donde caben mis mortales suicidios. no quepa la menor duda, desde los acantilados más feroces donde se han estrellado gaviotas freudianas hasta las más calmosas playas, destinatarias de turistas y náufragos insaciables, hay espacio, no lo dude usted, para todos (dimensionalmente hablando).


t o d a s l a s m u j e r e s
creo cabalmente que todas en el fondo tenemos una puta dentro de sí. ¿nos han visto en la calle? cómo cabalgamos, cómo movemos nuestras armaduras, cómo formamos ladrillos sin tropezarnos inútilmente. los objetos no chocan con nosotras, se echan a un lado para dejarnos el sendero amarillo. no pasamos inadvertidas para las puertas, saben que no concurren onanismos más geniales que los de las astillas cuando una mujer se desliza a través de ella. mientras nos alargamos, en ese instante moribundo, el olor que nos tropieza entre los muslos inunda en dirección hacia la pescadería. Y se complejiza la tarde en el mercado. allí no basta con mirar el marido ajeno, para que andemos destejadas como gatas al acecho. inmediatamente detectamos que, las otras, le arañan la mano a éste para que el pobre no esconda su propia soga matrimonial (esos diabólicos aritos muy simpáticos e inofensivos), le martillan la nuca al amante o se aferran a las encinas del amigo, y se miran, mientras realizan un inventario del mes. a mí eso no ha de preocuparme mucho. yo sólo voy a la pescadería a reconocer mis propios olores, para distinguirme de ellos en la calle, para aprender a tropezar con cuánto muelle que espere a una sirena, para permitir que las puertas reconozcan que malgastan demasiados espermatozoides con sus propias lujurias arbóreas, para retar a la muerte en las rayuelas con esos aritos circunspectos, y para permitirle a la puta, que descanse, aunque sea de vez en vez.